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Estimados amigos de UNIAPAC

En esta situación de confusión y consternación quiero asegurarles mis pensamientos y mis oraciones.

Hay tanto sufrimiento y desesperación en todo el mundo. Pero también hay muchos signos de solidaridad y esperanza. Es demasiado pronto para reflexionar sobre las consecuencias de esta pandemia. Pero nos hace conscientes de que la salud es el bien común más preciado y universal. También nos hace conscientes de que todo está profundamente conectado. Nos hace conscientes de que todos estamos en el mismo barco y somos parte de una familia humana. Nos hace conscientes de que tenemos que repensar y reformar nuestro actual modelo de globalización teniendo en cuenta a los pobres, el medio ambiente natural y las generaciones futuras. El Papa Francisco con su Encíclica Laudato sí sobre el cuidado de nuestro hogar común ofrece una brújula y una hoja de ruta para esto.

Inevitablemente la pregunta surge: ¿Dónde está Dios en todo esto? Dios está en las víctimas de la pandemia, está en los médicos y las enfermeras que cuidan de los afectados, está en los científicos que buscan sin descanso una vacuna antivirus, está en los voluntarios que se comprometen c


on los necesitados, está en los trabajadores que siguen dirigiendo nuestra vida diaria, está en todos los que rezan en estos días por los demás, está en los que mantienen viva la esperanza.  Recemos por las víctimas de la pandemia y sus familias. Recemos por la vida eterna de los muertos. Recemos para que Dios nos libere de esta plaga mortal y mantenga viva la esperanza y la confianza en nosotros. 

¡Que Dios los bendiga y los proteja!

Padre Martin Maier S.J. Consejero Espiritual

UNIAPAC Internacional

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